martes, 7 de julio de 2009

Mi primer día de clases.


Cuando tenía cinco años mis padres se trasladaron a vivir a San Pedro de la Paz. En ese tiempo San Pedro era un pequeño villorrio polvoriento separado de Concepción por el entonces gran Río Bío Bío. Las únicas calles pavimentadas eran la avenida central y aquellas casas llamadas "de la villa" inauguradas por el Presidente chileno Eduardo Frei Montalva allá por el año 1965.Recuerdo bien mi primer día de clases. 1º básico C con la profesora Sofía Urrutia. Era un curso para alumnos mayores de la edad promedio para ese nivel. Nunca supe porqué quedé allí. Tenía compañeros de curso que tranquilamente eran hasta cinco años mayor que yo. Nadie me conocía porque era un recién llegado a la escuela y al pequeño pueblo de entonces. La profesora nos dio rápidamente la bienvenida en la sala. En un abrir y cerrar de ojos sacó un inmenso puntero que más que servirle para apuntar las materias, lo utilizaba para golpearnos en la cabeza o en el cuerpo. Como yo era tan pequeño y no conocía otra realidad educativa, pensé que la educación era de ese modo. Por la misma razón jamás le comenté nada a mis padres. Los coscorrones, cachetadas, insultos, tiradas de patilla, eran el pan de cada día. Para más remate yo me caracterizaba por ser "chistoso". La verdad es que no lo hacía intencionalmente. Sólo decía cosas que a mis compañeros les parecía tremendamente gracioso, pero que a mi profesora le parecía muy inoportuno. En una oportunidad me atreví a pedirle permiso a mi profesora para ir al baño. Ella me miró de pies a cabeza y con un gesto bestial me indicó el camino de vuelta a mi pupitre. Sin embargo, el sonido de mi estómago junto a la posición rígida que debíamos adoptar en nuestras asientos, me hacía no resistir mucho tiempo más. Tome aire, invoqué a Dios y me atreví a ir de nuevo ante la majestuosa figura talla 60 (lo más grande visto por mí hasta ese momento). Por supuesto ella negaba rotundamente mi salida, pero mis cinco años no podían resistir más. ¡El lindo quiere ir al baño! ¿¡¡No te das cuenta que estamos en matemática!!? ¿Acaso no orinaste en tu casa? Profesora, le decía yo, es que no se trata de pipí. ¿Cómo no vas a poder aguantar cabro chico? ¿Te imaginas qué pasaría si yo fuera al baño cuando se me ocurriera? Bueno, añadí, mi papá siempre me dice que mientras más grande es la persona, los peos son más hediondos y yo creo que aquí nadie aguantaría el olor.Mi curso estalló en risa y yo no sabía porqué. Nunca pensé decir algo chistoso, sólo lo que oía de mi familia. Mi profesora trataba en vano de hacer callar a mis compañeros quienes por retener la risa lagrimaban por doquier. Finalmente mi profesora comprendió que mi presencia era un mayor detonate para el jolgorio de ese momento, así es que decidió dejarme ir a mi ansiado lugar de descanso.Ese episodio jamás lo olvidaré. De ese momento en adelante mi profesora me declaró su enemigo personal.

1 comentario:

  1. Hola, ROC. Me alegra que hayas partido con esta via de comunicaciòn. Estoy seguro que tienes mucho que compartir.

    ¡Qué diferente era la escuela entonces! Un tiempo en el que levantar la mano para responder una pregunta del profesor no significaba ser catalogado de "nerd", como un tipo vendido o algo asi.

    Con respecto a tu historia: ¡Por supuesto que era muy chistoso si contestabas ese tipo de cosas! ¡Cuántos palos te habrás llevado!

    Bernabé

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