domingo, 19 de junio de 2011

La pureza no admite neblina


“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino en luz” Juan 8.12

Salí de mi casa a las siete de la mañana. Tenía que viajar a la ciudad de Los Ángeles para realizar unas clases en la Universidad de Concepción con sede allí. Decidí viajar en auto por la llamada “Ruta de la Madera” que llega primero a Santa Juana, luego a Nacimiento y, posteriormente a Los Ángeles.

Era una mañana donde la niebla se hizo notar desde el primer momento de manera muy espesa. Dicha niebla aumentó considerablemente en este camino, pues va bordeando el río Bío Bío y la humedad es mucho mayor. A las siete y media de la mañana la espesa niebla no me permitía ver más allá de tres metros de distancia. Debía tener funcionado constantemente el parabrisas, pero, de igual manera no veía prácticamente nada. El pavimento se encontraba resbaladizo, por lo que en los giros del camino debía tomar todas las precauciones. En un momento determinado simplemente no vi nada y decidí orillarme y detenerme. A los pocos minutos pasó otro auto en la misma dirección. Cinco kilómetros más allá se escuchó un fuerte golpe. El auto había impactado contra el cerro en una curva. Como estaba cerca de Santa Juana, a los pocos minutos llegaron los carabineros y luego la ambulancia a atender a los heridos. Gracias a Dios el chofer y los ocupantes resultaron ilesos.

En esa oportunidad pude relacionar claramente el versículo de este día. Andar en tinieblas es fatal. Puedes morir en cualquier momento. La niebla o las tinieblas no te permiten ver el camino. Jesús nos invita a andar en luz ya que Él es la luz del mundo.

¿Cómo se relaciona esto con la pureza? Querido estudiante, sólo quien anda en la luz es puro. El ladrón roba oculto, generalmente de noche para no ser sorprendido. Quien habla mal de los demás (comúnmente conocido como “pelador”) lo hace también escondido, no de frente, más bien en la oscuridad del anonimato. El que copia en las pruebas lo hace intentando engañar al profesor, en la oscuridad de lo oculto.

La pureza es luz porque se manifiesta tal cual es. No engaña a nadie. No tiene nada que ocultar, es espontánea, es diáfana, es transparente.

Piensa en la invitación de Jesús: quien lo sigue, no andará en tinieblas, es decir, en falsedades, en hipocresía, escondiéndose para no ser descubierto. Sino en luz, en pureza. Aprendamos a ser luz para ser puros.