jueves, 3 de diciembre de 2009

Problemática de discriminación al interior de las Iglesias.


A través de mi experiencia como cristiano he podido constatar que existen y perduran en los tiempos las contradicciones y notorias discriminaciones hacia la mujer y su rol en la Iglesia. Éstas se basan en equivocadas interpretaciones de nuestra religión cristiana, y no hablo sólo de la iglesia católica apostólica y romana, sino también marcadamente en la protestante evangélica. Esto es fácilmente visualizado en la falta de posibilidades para que las mujeres desarrollen con plenitud los dones que Dios ha concedido para realizar el proyecto del Reino.

Para muchos evangélicos la oración de Jesús que señala “hacer tu voluntad, Señor” se confunde con hacer la voluntad del varón.

Muchos cristianos de diversas denominaciones interpretan la Palabra de Dios sin una adecuada exégesis y hermenéutica lo que los ha llevado a prácticas discriminatorias inimaginables que cruzan toda la esfera del sur humano.
El principio creador base para cualquier cristiano debería ser que las relaciones de subordinación y de dominio son contrarias a la voluntad de Dios.
En las muchas iglesias se continúa imponiendo una mirada arbitraria, masculina y patriarcal Dios. Ahora bien, mientras exista discriminación dentro de la Iglesia, esta no podrá mostrarse como defensora plena de la igualdad en derechos de varones y mujeres, y si esta discriminación no fuese superada, no faltará quienes sigan considerando que desde la Iglesia se promueve la mentalidad de superioridad masculina. Debemos como cristianos proyectar nuevas formas de hacer evangelio y abrir espacios amplios para que mujer y varón consigan algún día comer en la misma mesa sin puestos de privilegio, sin miradas de privilegio y sin sueldos de privilegios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario